15 de enero de 2009
Parece como si Javier quisiera incomodar lo menos posible a todos con su partida.
Apenas a un pequeño paseo desde la entrada al parque natural donde fue encontrado, y entramos en el tanatorio donde habría de pasar sus últimas horas con sus seres queridos.
Javier llegó al tanatorio el mismo jueves en que fue encontrado. Quizás a las 14 horas ya estaba allí, en una cámara de conservación.
En ese momento, su único hermano, Luís Mariano, seis años mayor que el, hacia el viaje mas penoso de su vida. Estaba recorriendo los 35 Km. que separan su lugar de trabajo, hasta su casa.
Nunca un viaje había parecido tan corto y tan largo al mismo tiempo. Una sensación extraña, como de ansia por llegar, pero de temer hacerlo, para no encontrarse con la cruda realidad.
Allí le esperaba ya Pilar, su esposa, nerviosa, pero preparando un par de bocadillos. La idea era “tragarlos” y bajar a comunicar la situación a los padres de Javier.
Luís Mariano no pudo tomar aquel bocado, la entrada del estomago se le había cerrado literalmente, la boca, completamente seca. Los que habéis sentido alguna vez una sensación de pánico, ya sabréis de lo que hablo.
En esos momentos, intentaba superar el shock que la noticia había producido en el. Además, el miedo a la reacción de sus padres le atenazaba, al punto de no dejarle pensar con claridad.
Una vez dada cuenta de una infusión caliente, no sabiendo bien que hacer, solo fue capaz de llamar a su amigo, aquel con el que más se identifica, aquel al que siempre había llamado para compartir cualquier alegría o algunas dudas.
Por suerte, todos tenemos un amigo así, y en pocos minutos, y tras escuchar una voz que está a trescientos kilómetros, Luís Mariano pudo serenarse lo suficiente, para encarar el siguiente paso en su calvario de aquel dia.
Al final de la conversa, su amigo le dijo: “mañana estamos allí contigo”. Es todo, es el mínimo y el máximo que uno necesita para seguir, para continuar, para dar el siguiente paso.
El resto del dia, se puede imaginar, dos padres en su hogar, ven como su hijo mayor con su esposa, llegan en horas laborales… No debería hacer falta tener que decir, “Mama, papá, Javier ha aparecido”, porque después viene “y ¿donde está, esta bien?” No mama… no está bien…
Queridos y anónimos lectores, queridos amigos, queridos primos, queridos tíos, queridos hermanos, queridos padres. Acaso puede ser que si, es que el esté bien, los que ya no estaremos bien somos nosotros. Todos estaremos solos, unos un poco, otros mucho, y mis padres y yo tremendamente solos.
Porque queridos desconocidos, queridos amigos, yo, que os tengo a todos, que tengo a la persona mas especial del mundo en mi vida, que tengo a mi mujer, que también tengo a mis hijos, mis padres, el resto de toda mi familia, y los mejores amigos del mundo, me he quedado solo, solo para siempre.
Solo, porque la ausencia de una de esas personas esenciales en tu vida y el hueco que en ella deja, es imposible de llenar en modo alguno.
Se que hay que seguir viviendo, por los que quedan, porque uno solo de ellos lo justifica, también por uno mismo, incluso por el. Pero será muy difícil, faltará ese alguien insustituible, que para mi es mi hermano.
El viernes ya nos dejaron verle. Una hora después de que el forense terminase tu difícil trabajo, Pilar y yo, pudimos verle.
En ese momento comprendí muchas cosas, una de ellas, que esté como esté un ser querido, tienes que asegurarte de que es el, antes de que una tapa de madera, tape su rostro para siempre, pues en otro caso, pasarías la vida entera preguntándote, si allí dentro esta tu hermano, el que lleva la misma sangre de tus padres, la que llevas tu.
A partir de las siete de la tarde pudimos empezar ha hacerle compañía, no a el, si no su cuerpo frío. Entonces empezó lo mas duro, pero necesario. Todos esos amigos que Javier tiene, toda esa familia, suya y mía.
Cada abrazo era una espina que se clava en tu alma, pero que es necesaria para sentir el dolor. Porque necesitas sufrir por esa perdida, necesitas esa especie de indulgencia que te da el dolor, que te da el sufrimiento.
He tenido el resto de ese dia, para sentir esa perdida, pero también para ver como era compartida por tantas y tantas personas.